Maruquel González Soberana Calle Arriba Las Tablas 2013. Foto D. Moreno/ C. Arriba |
Por los prístinos senderos que conducen al imponente Cerro Canajagua, se erije portentosa la cultura santeña, orgullo de la identidad nacional y cuna del folclore istmeño. Una tierra bendecida por Dios, enarbolada por el trabajo del hombre campesino y la belleza de la mujer interiorana.Tierra del tamborito, la mejorana y la cumbia, de los grandes festivales; tierra de la fiesta de los panameños, los carnavales.
Es allí donde el nombre de la pintoresca ciudad de Las Tablas, resuena con vítores, pues es la esencia de la cultura de esta fiesta. Histórica es su trayectoria y una tuna su gestora.
Hoy la legendaria y magnífica tuna de la Calle Arriba de Las Tablas, celebra con orgullo sus 60 reinas, las Bodas de Diamante en el Palacio de los Tulipanes.Las estampas de un pueblo que ha forjado su fama y su más alto sitial, a través de los años, son el producto del sacrificio, del trabajo y del amor de las dos tunas que conformar el escenario más festivo de la fiesta panameña.
La Calle Bolívar llega a seis décadas de presentar las más exquisitas y exóticas soberanas que dan fe del crisol de razas que evoca Panamá.
Familias tradicionales, grandes personajes y generaciones enteras han resguardado como el más preciado tesoro, el amor y el legado que significa ser Calle Arriba de Las Tablas.Eso es orgullo, eso es pasión sentirse parte de una gran familia, la gente distinguida, las Cucarachas Inmortales, los descendientes de aquellos llamados los 17.
Desde que Mitzi Sandoval, fue coronada en el año de 1950, como la primera reina de la Calle Bolívar, han sucedido muchas cosas, unas mejores que otros, Pero más allá de las diferencias, está el legado que durante cada año las soberanas han dejado y contribuido a enaltecer ese cofre de tradiciones.
Y es que Calle Arriba de Las Tablas, es una cultura: la cultura, de la tradición, del lujo del folclore y de promover la fastuosidad del carnaval tableño, sin perder la esencia y el orgullo de una tuna de caja y tambor, del clásico mortero.
Definitivamente que orgullo es ser Calle Arriba.
Este año la hija del Canajagua se corona como la reina de los diamantes, Maruquel González, representa el triunfo, el sacrificio, la perseverancia, pero sobretodo el amor por la tuna, ese amor que más allá del dinero, nace del alma.
Ese sentimiento que te eriza la piel y que te hace llorar de alegría solo con escuchar el himno de la Bolívar “Sale Calle Arriba que belleza, sale parrandeando con honor”, y que honor es ser Calle Arriba.Cada reina que se paseó, fulgurante y orgullosa por el parque Porras, llevando sobre sus sienes la corona del Palacio de los Tulipanes, nos llenó de orgullo. Hemos sido los gestores del carnaval, el lujo, nuestro relicario de tradiciones y la hegemonía de nuestra tuna, son el sello indeleble que marca el camino a seguir adelante, con el firme propósito de proteger como un feroz centinela, un legado de siglos, que mezcla, creencias, costumbres y amor por nuestra tierra.
Ser de la gente distinguida es una bendición, una advocación que irradia alegría contagiante; y es claro que el orgullo de ser Calle Arriba se lleva en la sangre y el amor por nuestra tuna es un tatuaje impreso en nuestro corazón.Que viva la Tuna de las Tunas, que viva la esencia de su gente. El orgullo de nuestro pueblo, una cultura de lujo y tradición. Grande la Calle Arriba de Las Tablas, historia de belleza, lujo y folclore.