lunes, 25 de febrero de 2008

Una mujer netamente panameña

Una mujer maravillosa, con esa manera tan apacible de atender a quien se le acercaba; irradiaba sabiduría y esencia a neta panameñeidad. Una gran dama que dio y sigue dando a tantas generaciones las respuestas del por qué nuestra gente y sobre todo nuestra identidad son tan importantes para allanar los caminos del futuro istmeño.
Amantísima madre, fiel esposa y compañera; y una eterna centinela de nuestra cultura, de nuestro folklore, de nuestra idiosincrasia. Dora Pérez de Zárate, representa la versión femenina de Shakespeare o Cervantes Saavedra, en nuestro país, con sus innumerables aportes a nuestra literatura.
La luz brillante que de la mano del padre de nuestro folklore, ensalzó lo costumbrista y el modo de vivir a la usanza antigua, nació en la ciudad de Panamá en el año de 1912. Criada por sus padres con una excelente educación ética y moral, se graduó de maestra de educación primaria en 1930, su primer salón de clases, sea por cosas del destino lo tuvo en el interior del país, en un rinconcito de la campiña interiorana llamado Sabana Grande de Los santos. Allí comenzó parte de una gran historia, enmarcada por un mundo con olor a tierra mojada, a guarapo, a estiércol de ganado, donde el cantar de los pájaros se confundía con la saloma del jornalero.
Un creciente interés por la forma tan singular de vida, de la gente del campo se incrustó en la vida de Dora; le parecía tan particular el canto que los hombres ejecutaban de modo emotivo, en un matiz de grito y música. Los bailes, sus creencias, su forma de vida cotidiana, despertaron múltiples interrogantes a la que después daría cátedra y sabiduría sobre el hombre Fol., verdadera identidad de nuestra tierra.
Al término de dos años Dora Pérez regresó a la ciudad donde en 1937, obtuvo el título de Profesora en el Instituto Pedagógico y en 1939, culminó estudios en Filosofía y Letras en la Universidad de Panamá; pero años antes conoció al amor de su vida y con quien emprendería un camino lleno de hallazgos, de logros pero sobretodo el amor por nuestro folklore. Manuel Fernando de las Mercedes Zárate, oriundo de Guararé, fue quien cautivó el tímido corazón de Dora Pérez, tuvieron un largo noviazgo y contrajeron matrimonio de donde nacieron Manolo y Eda Nela.
Su interés por la literatura y por nuestro folklore ahora más afincado con la compañía de su esposo Don Manuel, no se hizo esperar el despertar de una diva literaria había comenzado. En 1946 presenta su primera obra literaria titulada "Parábolas". 1949 el profesor Zárate, como un gesto de agradecimiento a su Patrona La Virgen de las Mercedes, crea en compañía de otros cultores, un festival a la usanza antigua, tomando como motivo principal la mejorana, instrumento por excelencia de nuestro país y Dora Pérez de Zárate contribuyó para que este evento se hiciera realidad. El Festival de la Mejorana es quizás la obra más importante para la pareja Zárate, como dicen detrás de un buen hombre siempre hay una buena mujer y Dora fue excelente.
Y es que cada vez que doña Dora era interrogada a cerca de su fiel esposo y sobre la gran creación que juntos gestaron y que hoy representa el alma de la nacionalidad panameña, su rostro se iluminaba y te envolvía en un mundo de anécdotas y experiencias que te trasportaban a los primeros años del festival y de las vivencias que marcaron su vida y la de muchas generaciones de panameños, pues gracias al sentimiento de amor a lo ancestral, a lo sencillo pero alegre, alo ignorante pero chistoso, hoy podemos decir que Panamá es dueña de una deslumbrante y rica cultura llena de matices entre las creencias y la tradición.
El amor por el folklore le llevó de la mano de su compañero por caminos incansables, llenos de ricas remembranzas e interesantes descubrimientos. Publica junto al profesor Zárate la obra folklórica "La décima y la Copla en Panamá", con dicha obra obtuvieron el Primer Premio en el Concurso Ricardo Miró, en 1952; publicación ejemplar y maestra de nuestro folklore. La cosecha investigativa de Dora de Zárate se acentúa al publicar en 1956 "Rimas y Juegos Infantiles que se practican en Panamá", que nuevamente le mereció el Premio Ricardo Miró.
Irradiaba encanto en sus obras prometía fantasía entre lo melancólico y lo alegre, en lo literario; y dotaba de sabiduría y espíritu de respeto por lo folklórico. Obras inmortales que hoy retumban en los albores de nuevas generaciones y que edifican imperios de elogio y respeto por esa gran mujer.
Entre lo literario y lo folklórico con obras como "Añojal", "Niebla al amanecer", obra de teatro, "Fuga de Blanca Nieves" que le valió otro reconocimiento en el Concurso Ricardo Miró, y la novela "Lolita Montero". Respirando el aire de nuestra tierra istmeña, engalanada por el fastuoso traje nacional, publica "Monografía de la Pollera Panameña"; evoca el fulgurante canto de la montuna con "Textos Literarios del Tamborito Panameño", además profundiza en el periodismo con la memorable obra "La Saga Panameña, un tema inquietante".
Después de la muerte de Zárate en 1969, Dora afincó sus esfuerzos y se convirtió en la leyenda viva del folklore como objeto de estudio, llevando a su diestra la creación y difusión de grandes obras como conferencias y eventos de folklore y literarios, dejando así uno de los mas grandes legados a nuestra cultura.
Homenajeada en múltiples ocasiones por su contribución al rescate de la identidad de nuestra patria. Dora fue y sigue siendo un baluarte de la historia de nuestra república como ser humano que dejó el nombre de la mujer panameña muy en alto. Inspiración de muchos que idealizan su bellísimo y tan abundante legado.
Aunque Dora no esté, están sus obras, sus historias, sus vivencias, hechos que demuestran el verdadero amor por la patria, por la tierra que la vio nacer. Sus destellantes escritos que confiesan su enamoramiento por la gente del campo, por aquel hombrecillo de cutarras y sombrero vereguao que jupeaba mientras socolaba la mata, por aquella jovenzuela, moza que con su montunita percudida, se dirigía a la quebrada para lavar los pocos trapos que tenía. Una desvelada afinidad por conocer la procedencia de la mejorana, de la décima o del tamborito. Un amor por la esencia misma del campesino panameño.
Eso fue Dora Pérez de Zárate, mezcla de ingenio literario con amor por el folklore, matices que la convierten en un ser insigne de nuestra historia patria y un orgullo de la mujer panameña.

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