Su mundo se acabó, aunque no era el mejor, ya no existe, la vida cambió para millones de personas, el pasado martes, cuando un terremoto de 7,3 grados sacudió al barrio de Carrefour, a 15 kilómetros al este de Puerto Príncipe. Para Haití ya nada es igual, la destrucción tiño de sangre, luto y dolor a un pueblo que sufre de hambre y pobreza.Millones de damnificados, una ciudad destruida, entre escombros, miles de cadáveres que inundan las calles, es la imagen actual de un país que clama a gritos una ayuda rápida y perecedera. Las escenas son devastadoras, ver como madres con sus hijos encima, yacen sin vida, en las aceras de todo Puerto Príncipe. Gente que entre lágrimas y gemidos, pide ayuda, cuando después de transcurridas setenta y dos horas aún permanecen atrapadas entre los escombros.Hijos sin padres, padres sin hijos, familia enteras entre losas y paredes caídas, escuelas sepultadas con niños dentro; escuchar, con el pasar de las horas, como el llanto de algunos sobrevivientes se apaga lentamente.El Presidente de Haití, René Preval, calificó de descomunal la tragedia y señaló que la cifra de muertes sobrepasa a causes las cien mil víctimas, y son casi tres millones de afectados.Ante estas catástrofes, algunas personas reprochan, por qué?, por qué ocurrió, pero en otros términos, la naturaleza también reclama, en un planeta que cada día convulsiona más. Son hipótesis improvisadas pero que tienen algo de cierto; todo para tratar de buscar una respuesta ante este hecho tan terrible.Agencias internacionales de noticias indicaron que entre los muertos se encuentra el enviado de la ONU en Haití, el Arzobispo de Puerto Príncipe y delegados de organizaciones internacionales. El terror es inminente, y la desesperación acrecienta. "No tenemos agua, no tenemos, luz, no hay comida, no hay medicinas, hay muchos muertos", dice entre lagrimas un afectado haitiano.En otra latitud la solidaridad de la comunidad internacional no se hace esperar, países como República Dominicana, Venezuela, Estados Unidos, Cuba, Brasil, Argentina, Colombia, México; Canadá, Panamá, Perú, China, Taiwan, la Unión Europea encabezada por Francia y España, Chile, Inglaterra, entre otros han enviado sus brigadas colaboradores y contenedores con ayuda, para un país que no cuenta con un sistema de emergencia en este tipo de catástrofes.El alcance de la tragedia es increíble, un olor a muerte ya reina en todo Puerto Príncipe, los edificios derrumbados, los parques llenos de personas que desconsoladas no les queda más que llorar y alzar las manos al cielo, en un gesto de auxilio, como diciendo Dios ayúdanos.Al resto de América, al resto del mundo, solo nos queda rezar y en un gesto solidario con nuestros hermanos haitianos donar lo que podamos, dinero, ropa, comida seca y que se conserve, agua; pues de nosotros depende devolverles ese mundo que ya no tienen, de nosotros depende devolverle la esperanza a aquellos que están sumido en la desgracia.
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